Hoy, en La Fila
11, hablamos de cortometrajes. De esas películas que tan difícil lo
tienen para ser proyectadas en la pantalla grande, cuando estoy seguro de que
muchos espectadores preferirían ver un corto antes que los trailers.
Los tiempos han cambiado. Recuerdo que cuando era
pequeñito e iba a los Cines Iviasa de Móstoles y pagaba mi entrada a 350 pesetas
un tráiler en sí mismo formaba parte del entretenimiento. Me encantaban. La
sensación que me dejaban era la de que quería ver las cuatro o cinco películas
que se estaban anunciando. Y es que en esos tiempos no existía YouTube y no
podíamos verlos más que en las salas. En algún anuncio de televisión también,
pero en versión reducida.
Pero llegó la globalización con sus
ventajas, y actualmente podemos ver esos avances de las películas incluso antes
de que se traduzcan al castellano, el primer día en que se hacen
públicos ya están en la web. Por eso, acudir a una sala de cine y ver 10 o 15
minutos de anuncios –porque un tráiler es un anuncio, claro está- supone para
mí, y para muchos, ver algo que ya hemos visto con anterioridad. Por no hablar
de esos montajes de 3 minutos llenos de spoilers y que cuentan tanto
sobre el argumento de la película que la sensación que dejan en el espectador es
la de haber visto el filme completo. Totalmente contraproducente, ¿no creen?
Por este motivo considero sinceramente que las
distribuidoras deberían replantearse este sistema y pensar en incluir un
cortometraje antes de la proyección del largo. Sería una manera de
darle visibilidad a algunos proyectos muy interesantes que se quedan en el limbo
de las películas perdidas. Con los cortos se apoya no sólo al cine en general,
sino a nuevos directores y nuevos intérpretes, convirtiéndose en una preparación
para el salto al largometraje. Algunos cortos, es cierto, no consiguen destacar
de esa inmensa mediocridad que a veces padecen las artes, pero otras, en cambio,
son de una factura técnica impecable, con guiones maravillosos y capaces de
conectar con el espectador, despertar sus emociones. Y es una auténtica lástima
que fuera del circuito de festivales especializados tengan tan poca
transcendencia.
Hace unos días tuve la suerte de poder asistir a
una ponencia sobre la Comunicaciónen las ONG’s en la que, además de ver
diferentes campañas que invitaban a la reflexión sobre el uso de las fotografías
en los medios de comunicación y en los anuncios publicitarios, pudimos visionar
el cortometraje One hundredth of a second, que se puede encontrar
fácilmente en la web porque tiene ya algún tiempo. Un cortometraje que consigue
impactar al espectador de manera brutal. Una invitación profunda a la reflexión
sobre lo que es noticiable y lo que es digno. Una encrucijada entre la acción
personal y profesional. Y todo esto en poco más de cuatro minutos. Os lo
recomiendo. Este es sólo un ejemplo de la calidad de las ideas que a veces pasan
desapercibidas para el gran público. Este es sólo un ejemplo de un proyecto que
tengo que conformarme con ver en la pantalla de mi ordenador, cuando en la
pantalla gigante de un cine, con el sonido y la calidad visual, sería todo un
lujo.
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