miércoles, 9 de mayo de 2012

La fila 11. Diferencias norte y sur, en el cine también


Este fin de semana me han puesto delante de los ojos algunas diferencias entre el norte y el sur. Diferencias a nivel económico, social, político. Diferencias a nivel humano también. Pero como esto es una página de cine, he buscado esas diferencias norte-sur en el séptimo arte, sobre todo, porque he tenido la oportunidad y la suerte de poder asistir a dos de los festivales cinematográficos más importantes de España. Estuve, el pasado octubre, en la última edición de la Seminci de Valladolid y regresé hace unos días del 15º Festival de Cine Español de Málaga. Las diferencias que os traigo aquí son anecdóticas, nada tienen que ver con las otras que mencionaba al principio. Pero de algún modo, son un buen ejemplo de las diferencias del norte y el sur que encontramos, incluso, dentro de España y dentro del cine.



Es obvio que los dos festivales son completamente diferentes, tanto en el fondo como en la forma. Mientras que el de Málaga lleva 15 ediciones (digamos que está en plena adolescencia) el de Valladolid lleva 56 años, y ya conocen el dicho: “sabe más el diablo por viejo que por diablo”. En el de Andalucía “sólo”se ven películas nacionales, mientras que en el de Castilla, pudimos ver, en esta última edición, producciones, además de españolas, otras que vinieron de Francia, Italia, Bélgica, China, Israel, Canadá o Finlandia, incluso dos de ellas, Profesor Lazhar e In Darkness, consiguieron nominación en los últimos Oscars. Pero no es esto, tampoco, lo que quiero destacar. Lo que me ha llamado la atención, sobre todo, es el carácter.
Sí, el carácter. Porque más allá del tipo de cine, el tipo de público es completamente diferente. En Valladolid no se cortan demasiado si una película no gusta y patalean –literalmente- en la sala para demostrarlo. Tengo la sensación de que son más exigentes, entiéndanme, no quiero desprestigiar, en absoluto, ni a unos ni a otros, simplemente poner de manifiesto mis percepciones. Y el nivel de cinefilia y gafapastismo era mayor en la Seminci. Las películas, en el norte, son más dramáticas, casi todas dramáticas. Si asistí a nueve proyecciones, presencié nueve dramas. En algunos se aplaudió, en otros fue ni frío ni calor, alguna pataleta hubo cuando acabo alguno de los filmes. Y eso que estamos hablando de directores de la talla de Nanni Moretti o los hermanos Dardenne.


En Málaga la cosa ha sido más amable. Muchos debutantes, algún ídolo de jovencitas, un poquito de cine púber y palomitero, algún drama descafeinado y también comedia, como Carmina o revienta, la ópera prima de Paco León, un falso documental que consiguió la Mención especial del Jurado y el Premio a la Mejor Actriz para la “primeriza” Carmina Barrios. Pero lo más increíble de todo fue que tras el pase de la película (una película divertida y enraizada, una película andaluza “por los cuatro costaos”) es que el público allí presente se levantó, se puso de pie y ovacionó al director y a la actriz. Ovacionó de verdad. No aplausos y ya. Fue algo increíble, de verdad, en un nivel “semanasantero”,podríamos decir. Tanto que Carmina se puso a llorar. Y el público, ya de paso, también. Muy emocionante.
Y es que, por mencionar diferencias, hasta el tiempo es diferente. En Valladolid se celebra en octubre, y hacía bastante frío y lluvia. Pero quericas tapas nos comimos. En Málaga hacia un sol que daba hasta pena meterse en la sala. En fin, dos festivales completamente diferentes y como esto es cine, ganamos todos, ganamos siempre. Tan sólo hay que saber en cuál de ellos se encaja mejor. Aunque los amantes del cine, seguro, disfrutaran de ambos. Yo, al menos, así lo he hecho. En definitiva, unas diferencias que son una prueba de la riqueza y de la diversidad de nuestro país. Lástima que no todo el mundo sepa apreciarlas.

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