Boss: el nuevo “jefe” de la televisión.
Hay un nuevo
jefe en las televisiones comerciales, o por lo menos de momento lo es en las
cadenas de pago de EEUU y ahora en nuestro país. Ese no es otro que el
grandísimo Kelsey Grammer, también conocido en no pocos hogares como el doctor
Frasier Crane. Spin off de la también mítica Cheers, el doctor Crane estuvo durante años en antena
demostrándonos que se podía hacer una serie absolutamente perfecta en 20
minutos y con un buen guión. Sin duda precursora de series como Modern Family, Frasier es la inteligencia y el sarcasmo, la ironía de la carcajada
elevada, pero nunca renunciando al humor tontorrón de grandes como los Marx,
Chaplin, Jerry Lewis o Buster Keaton. Fue una serie que marcó una etapa, marcó
las vidas de muchos los que decidimos acompañar a la familia Crane a lo largo
de 11 temporadas, curiosa y trágicamente en España sólo es posible obtener
hasta la 4º. Es por ello que las
noticias sobre una nueva serie encabezada por Grammer, produjeron una serie de
emociones y especulaciones propias del grande que vuelve al ruedo. Cuando la
siguiente noticia que tienes es que la serie será cercana al thriller político,
en un marco claramente dramático, te entran las primeras dudas, ¿será posible
que mi entrañable doctor Crane pueda interpretar como se merece a un personaje
oscuro de tal calibre como Tom Kane?. Antes de proseguir con la crítica os
propongo un ejercicio de imaginación. Subid la entrada hasta la parte superior
del artículo y observad los ojos del personaje que aparece en la imagen.
Miradlo fijamente e imaginad que ese señor es el alcalde de vuestra ciudad, un
hombre encasillado en el poder desde hace años, que controla la ciudad como si
de una mano constreñida en un puño se tratase. Pues bien, ese es Tom Kane, el
feroz y corrupto alcalde de Chicago.
Actualmente
hay dos temporadas de 18 capítulos en su totalidad, donde conoceremos al equipo
de gobierno de Kane (sus dos principales asesores), a su mujer, y los rivales
políticos que luchan por hacerse con el sillón de la alcaldía aunque para ello
tengan que mentir, robar, chantajear e incluso asesinar. Algo así como el Daños y perjuicios de la política, con
un Kelsey Grammer haciendo el papel de la pérfida e inefable Helen Mirren. Ah
pero no será un alcalde corriente, incluso, tampoco será un capo mafioso
corriente, porque éste personaje sufre de “los cuerpos de lewy” una enfermedad
degenerativa sin posibilidad de cura que lo dejará postrado en una cama como un
vegetal. Pero esto no será motivo para que el Boss de Chicago se recueste en un
sillón esperando a su trágico final, viendo como las aves carroñeras que lo
rodean se comen su legado, o por lo menos no lo permitirá sin luchar una buena
pelea. Esto es lo que el nuevo producto de la cadena Starz nos propone como
alternativa a los grandes productos de la HBO, y sin duda no les tiene nada que
envidiar.
Alguno
podría pensar que la serie explota ideas ya demasiado manidas, como la idea del
capo, del inadaptado o de la enfermedad que cambia la vida al personaje
protagonista mostrándonos su debilidad, nada más lejos de la realidad.
Obviamente utiliza algunos recursos para conformar una cosmovisión totalmente
diferente de lo visto hasta ahora, una visión absolutamente real, actual y
demoledora de la política. Es una lectura sobre el poder y sus relaciones, sus
traiciones y el afán de sometimiento que oscuros personajes tienen los unos
respecto de los otros. Ninguno es plano, nada es sencillo o llano, todo es
complejo, todo lo que se presenta merece la pena, y todo es oscuro, a pesar de
la paradoja que supone por la gran luminosidad y blancos impolutos que dominan
la cabecera y el estilo de la realización. A éste respecto decir que la mano de
Gus Van Sant en la producción de la serie se deja notar bastante más que al
Scorsese de Atlantic City.
Lo cierto es que se echaba en falta un alter
ego del genial Tony Soprano en televisión, con aquella Boardwalk Empire que tardó tantísimo en arrancar, y que por fin, ya
en su 3º Temporada, logramos reconocer a Tony en ese salvaje Nucky Thompson de
Buscemy. Lo cierto es que Tom Kane ha entrado por la puerta grande de la
televisión, no sabemos durante cuánto tiempo pero sí sus intenciones, la de
quedarse y hacerse un hueco con uñas, sangre y dientes en la Historia de la
Televisión, ahí justo entre Tony Soprano, Stringer Bell y Walter White.
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