Dicen que el amor es
loco y estúpido. A veces tienen razón.
Cal Weaver (Steve
Carell), es un hombre tradicional con una vida sencilla. Tiene trabajo, hijos y
una mujer encantadora pero cuando se entera de que su mujer, Emily (Julianne Moore), le ha engañado y que quiere el divorcio, su
vida “perfecta” se desmorona.
Será en una de sus
noches libres cuando conozca a Jacob Palmer, (Ryan Gosling) que le ofrecerá una
oportunidad única para cambiar su vida.
Esta cinta, dirigida
por Glenn Ficarra y John Requa no aporta nada nuevo al mundo del séptimo arte.
Provisto de un flojo guión cargado de
tópicos sin límites, no consigue enganchar a un espectador ya
aburrido de ver lo mismo una y otra vez. En ocasiones me parecía estar viendo un
remake de Hitch: especialista en ligues
solo que con un reparto mejorado. Y eso que, a medida que la película avanza,
gana en calidad. Quizá le hubiera dado alguna estrella más de no ser por su
precipitado y carente de sentido final, que deja una sensación al salir del cine
de haber visto otra vez más de lo mismo.
Steve Carell, que
nunca ha sido santo de mi devoción, (no me gustó nada ni en Como
Dios ni en Virgen en los 40), muestra,
en esta ocasión, una mejor actuación. Parece que se está refinando con el paso
de los años y cada vez hace mejor un papel que, eso sí, repite una y otra vez en
todas sus películas. Una lástima teniendo en cuenta que el personaje que más le
caracteriza es el de “marido calzonazos en apuros”. Distinta es la actuación de
Julianne Moore que, si bien está correcta, no debería haberse atrevido a
coprotagonizar una película de tan poca categoría. Quizá pensó que sería
comparable con Pequeña Miss Sunshine o con su
reciente y magnífica Los chicos están bien, pero
lo cierto es que esta vez se queda muy lejos de lo se esperaba de
ella. Ryan Gosling no es destacable por el papel tan pobre y típico que
interpreta, Marisa Tomei, completamente fuera de lugar, interpretando una locura
que nunca llegas a creerte del todo y Kevin Bacon pasa de puntillas y de forma
tan ligera, que casi ni se le ve. Merece mención
especial, eso sí, una brillante y jovencísima Emma Stone y un Jonah Bobo en el
mejor papel de su corta carrera.
Una película que
pasa desapercibida, recomendable solo si no se espera nada de ella salvo las
típicas escenas divertidas de siempre.
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