Primerísimos primeros planos. Unos labios abiertos a los que se le aplica una
fina capa de rojo intenso y un lápiz negro colorea el exterior de un ojo que nos
descubre un azul sorprendentemente vivo. Todo está demasiado cerca, todo es
demasiado íntimo. Entonces aparece un hombre mirandose a un espejo y descubrimos
su rostro Gótico, extremadamente pálido y nos asombra su lamento oculto, esa
sensación de cotidianeidad. Así de simple y sincero es el cominezo de Un
lugar donde quedarse, (This must be the place), el éxito de Paolo
Sorrentino que ha conseguido 14 nominaciones en los premios David di Donatello,
(Los "Oscars" Italianos) y el premio Jurado Ecuménico en el pasado Festival de
Cannes.
Es la
historia de una vieja estrella consumida por los vicios, de "un cantante triste
que hacía canciones tristes para adolescentes tristes" como él mismo se define
en la película y que ahora, ya retirado y con una gran fortuna, se descubre
repitiendo los mismos lugares y costumbres. Algo que le consume poco a poco. Y
que queda muy bien reflejado en la película en la que el personaje interpretado
por Sean Penn se deja llevar por la vida, sin cuestionar nada, sin preocuparse
por el presente o futuro. Solo intenta sobrevivir a la pesadilla del pasado, una
imágen que aún está muy viva, y que intenta sobrellevar con el peso del hastío.
un aburrimiento por la vida que es muy dañino, pues representa la apatía
absoluta, la muerte lenta del individuo en vida, algo que finalmente no
pasa debido a la evolución del personaje, que poco a poco va a más.
He de
reconocer que tenía miedo por Sean Pean. Es uno de los mejores actores de
la actualidad y un papel tan peligrosamente atractivo puede acabar con cualquier
futuro. No es el caso. Penn no defrauda y logra una conexión especial
con el personaje, que sobrepasa la pantalla y se transmite al
público, y que nos hace sentir su tedio primero y su energía brillante
después, empatizando con él y transmitiendo una gran ternura y sobre todo un
gran respeto. Sean Penn sigue siendo el mejor actor de esta década y
seguirá siendolo por un tiempo. El resto del reparto está correcto,
solo eso, señalando quizás a Eve Hewson, que se enfrenta cara a cara con Penn y
logra sobrevivir, que no es poco.
En general
la cinta es correcta, con algunos momentos emotivos y dignos de recordar.
Momentos en los que se habla de la vida y de nuestro paso por ella, con un guión
que siempre se agradece y que personalmente, a mí me gusta mucho ver. Quizás
sea una película en ocasiones demasiado filosófica, en la que perdemos el hílo
de lo que sucede y en la que sobran algunas partes que, aparentemente, no tienen
conexión con la historia principal. Aún así, me quedo con ella y la guardo en el
archivo. Mis amigos siempre dicen que soy un sentimental...
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