Esta vez el nuevo estreno de Pedro Almodóvar me
ha pillado muy lejos. Esta distancia me ha permitido ver todo (excepto la
película, por desgracia) con otros ojos. Es curioso como uno de los mejores
directores del mundo es capaz de crear tantas pasiones, positivas y negativas.
Ahí tenemos, por ejemplo, a Carlos Boyero (que se cree uno de los mejores
críticos de cine del país, el tío mierda, cuando he leído a bloggers con mayor capacidad de análisis que él) criticando cada película de Almodóvar
fielmente desde hace ya unos cuantos años. Ha criticado sin pudor obras mayores
como La piel que habito, Los abrazos
rotos.... También están los admiradores incondicionales
del manchego, que se rindieron a sus pies incluso con La mala educación, que no está a la altura de sus otras películas. En realidad, unos y otros, tanto los que están a favor como en contra son, realmente, los amantes de Almodóvar, debido a esa relación apasionada, medio clandestina en algunas veces, de la que hablar con la gente que te rodea, esa relación que se te mete en la cabeza y en el corazón y despierta amores y odios y ojalás, ojalá vuelvas grande como siempre u ojalá no vuelvas nunca.
Por lo que he podido leer sobre Los amantes pasajeros estamos ante una
película más ligera, un reencuentro con sus comedias ochenteras, una vuelta de tuerca del universo
hiperbólico almodovariano que tantas risas ha despertado. Unos dicen que la
película entraña más de lo que aparenta, otros que se le ha ido la mano. Lo que
parece claro, es que parece un balón de oxígeno y un punto de inflexión tras
sus dos últimas películas, cargadas de peso y profundidad. Estoy deseando
verla. Estoy deseando que llegue a esta Bolivia donde me encuentro ahora para
poder emitir mi juicio.
Pero si este mes he decidido a escribir en La Fila 11 sobre Pedro Almodóvar no es
para centrarme en su último filme, no. Quería escribir porque él es uno de los
directores de referencia de la cinematografía contemporánea, ganador de dos
premios Oscars (uno como Mejor Película de Habla No Inglesa por la obra maestra
Todo sobre mi madre y otro al Mejor
Guión Original por la impecable Hable con
ella). Aquí en España ha mantenido una relación de amor-odio con los
académicos, que a veces han obviado su buen hacer, su genialidad.
Almodóvar es un
creativo despilfarrador y certero, un director milimétrico con sus actores, de
los que saca siempre lo mejor, más que lo mejor, un loco capaz de dar vida y
luz a historias esperpénticas, delicadas o imposibles, y hacerlo con una
veracidad que fascina.
Él es parte fundamental del cine español, el mejor director que tenemos, digan
lo que digan, lo ha demostrado a lo largo de las décadas, porque se hace camino
al andar.
Su cine forma parte de la Historia de un país,
el mío, que tan lejos me queda hoy. Su cine da voz a varias generaciones y ha
retratado los diferentes estratos de la sociedad, especialmente de una parte de
la sociedad compuesta por mujeres, por mujeres de la Castilla más profunda, por
las mujeres cosmopolitas de Madrid, mujeres ricas, mujeres de la calle, mujeres
de la casa.
Almodóvar es un director de referencia. Un
director imprescindible. Por eso, sin saber todavía qué me parecerán sus
amantes pasajeros, sé que no me defraudará en absoluto, y si ésta, quizá, no
sea una de sus mejores obras, habrá que esperar con esa pasión que siempre
despierta las siguientes en el que será el último tramo de su madurez creativa,
su, esperemos, cénit cinematográfico.
1 comentarios:
Lo que me gusta de Almodóvar es que es una de esas pocas personas cuyo arte nace de lo más profundo del contexto histórico, social, geográfico y económico que ha vivido, pero que tiene a la vez una capacidad de abstracción, como si pudiera salirse del mapa español y mirar a este país desde fuera. Lo que podría presentarse folklóricamente como una especie de pseudo brujo que predice el futuro de España, o más seriamente como un pseudo intelectual que sabe mirar lo nuestro con algo de perspectiva. Pero se cree demasiado bueno y demasiado diferente y lo malo de ese tipo de gente (regañinas morales aparte) es que ciertas joyas pueden pasarles desapercibidas. Creo que es lo que le ha pasado dando la espalda algunas veces al cine español.
No estoy de acuerdo contigo en lo de "La mala educación", que me encantó y que yo cambiaría, en tu crítica, por "Los abrazos rotos", que me dejó bastante indiferente.
En cuanto a los Amantes Pasajeros, me gustó tanto que te envidio por no haberla visto, me encantaría poder volver a tener ganas de verla y disfrutarla por primera vez. Es cierto que la peli es un descanso en el momento que vivimos y que sin duda Almodóvar retoma su estilo ochentero, pero nunca de forma despreocupada. Creo que lo que Almodóvar entiende como compromiso (independientemente de que coincida con mi concepto) está presente a raudales en esta peli. Están por supuesto las referencias evidentes, pero en lo profundo encontramos, creo, la metáfora perfecta de un país que se creyó moderno pero en el que al final los ochenta podrían seguir estando de moda.
No te cuento más, los detalles los discutimos cuando la veas. Espero que tengas a un español a mano para comentarla cuando salgas del cine, te hará falta.
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