miércoles, 27 de junio de 2012

Desde un pequeño rincón de Madrid. Sobre Black Mirror, o el camino al que nos dirigimos inexorablemente


Imágen Black mirror

Después de unos cuantos días debatiéndome entre estertores de dolor por razones varias, entre lumbares y cólicos nefríticos, me dispongo a escribir la nueva colaboración con PonteCine, pero el tema no anda del todo claro. Por un lado me apetecía charlar un poco sobre las novedades que nos deparará la cartelera de este 2012, con ese Batman crepuscular de Nolan (la última del dúo Nolan-Bale), también la llegada del próximo Superman, sin olvidar por supuesto los regresos de Daniel Craig como 007 o de Ridley Scott a la ciencia ficción en la que se ha venido vendiendo a modo de marketing como una precuela de Alien (algo que su director no ha tardado en desmentir, o por lo menos suavizar un tanto…).
Pero creo que ha llegado la hora de dedicarle unas palabras a la nueva mini-serie dela BBCque nos ha vuelto locos a todos con tan sólo 3 capítulos de 60 minutos. Es, claro, de Black Mirror de lo que estamos hablando, una apuesta bastante atrevida de la cadena que no olvida la calidad técnica aparejada a la originalidad e innovación (lo que ha venido siendo la seña de identidad de los productos BBC por excelencia). Quizás lo primero que debería recomendar a los interesados en ver la serie sea que intenten no contaminarse por todos los medios, amigos, compañeros que ya hayan visto la serie, de modo que se sienten ante le televisión sin saber absolutamente nada de las tramas sobre los 3 capítulos, porque en ese caso el impacto será monumental. Lo que sí puedo prometer y prometo, es que no pienso desvelar ningún spoiler ni argumento de ninguna de las 3 historias.
La cadena inglesa vuelve a demostrar que no se relaja ni un ápice en esta carrera que le ha planteado en los últimos años la HBO para quitarle el trono de la marca líder de las grandes series a nivel mundial, competición a la que se suman tambiénla ACM y en menor medidala FOX. Yes que la televisión británica sigue demostrando estar a la última y nos plantea una idea entretenida e inquietante a partes iguales. Es difícil valorar lo que suponen los tres capítulos, la originalidad de sus planteamientos, sin destripar ningún detalle de la trama, algo que es esencial para el que no haya visto nada ni sepa de qué trata el tema.
Básicamente, en un mundo muy similar al nuestro y a través de tres capítulos independientes, sin ninguna vinculación entre sí, se nos plantea cómo el desarrollo de ciertas tecnologías, muy relacionadas con la privacidad y las perspectivas más cercanas a la dignidad e intimidad de las personas, pueden afectar a nuestras vidas de manera decisiva. La reflexión, que nada tiene que envidiar a grandes del asunto como Asimov o K. Dick, viene a plantear el dilema sobre hasta qué punto estamos dispuestos a permitir que determinados avances, tecnologías, que no necesariamente deben suplir necesidades esenciales de la sociedad, sino que bien puede referirse a aspectos de puro entretenimiento, como las redes sociales, por ejemplo, entren en nuestras vidas con el riesgo cada vez mayor de una auto-imposición y sometimiento alienante que llegue a implicar unos costes personales aún mayores, incluso perder la vida. Algunos pensarán que los tiros van por la ciencia ficción, especialmente por los autores nombrados anteriormente, paradójicamente nada más alejado de la realidad.
Las historias son sencillas, veraces, en unas sociedades para nada futuristas, más avanzadas en determinados aspectos, cierto, pero absolutamente cercanas a nosotros, lo que ayuda todavía más a que nos sumerjamos por completo en ese draconiano escenario que los chicos de BBC han preparado para nosotros.
Sin miedo a exagerar en ningún momento, Black Mirror es lo mejor que he visto en televisión desde hace muchísimo tiempo, años incluso. No sentía lo mismo desde que hace años me encontrara con series como Los Soprano, El ala oeste dela Casa Blanca, Roma o Deadwood, porque todas ellas coinciden en un factor, una circunstancia transgresora que les hizo presentar una idea completamente distinta a todo lo que se había hecho antes, y marcar las pautas y cientos de copias que saldrían posteriormente intentando repetir el mismo éxito sin siquiera acercarse a ello.
Los Black Mirrors son esas pantallas negras de los ordenadores, de los teléfonos, la televisión, todos esos monitores oscuros que alienan nuestras vidas desde lo profesional o lo personal. Black Mirror es una crítica a los derroteros que política, económica y socialmente está dirigiéndose nuestra sociedad en un tren de alta velocidad, y a la vez es un aviso, una enorme señal de stop de color rojo chillón que nos pide a gritos recapacitar.

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