viernes, 8 de junio de 2012

La fila 11: Crítica de Por fin solos



Tengo la impresión de que la prensa especializada estaba ilusionada con el regreso de Lawrence Kasdan, que dirigió grandes películas en los años 80 y 90, pero que, con su anterior producción, El cazador de sueños, allá por 2003, lo único que consiguió fue un aluvión de críticas negativas. No logro entender el porqué de esa ilusión, si con un póster y un título tal (en inglés: Darling companion) ya me imaginaba yo que la película no sería más que otra comedia para olvidar. Ni tan siquiera Diane Keaton y Kevin Kline, dios les perdone, consiguen elevar el filme, un buen ejemplo del vano esfuerzo por entretener y el fracaso a la hora de hacer reír.
película por fín solos
La película comienza cuando Beth (Keaton) y su hija rescatan a un lindo animal -perro- herido en la carretera con temperaturas muy frías. La hija se casa -previsiblemente- con el veterinario y poco después de la boda, el papá (Kline) -que en un principio no quería a Freeway (así se llama la mascota, al menos en la versión original) aunque después le coge cariño- le pierde (o se escapa, puntualicemos, el muy “hijo de mala perra”) lo que hace que el matrimonio, junto con sus cuñados (Dianne Wiest y Richard Jenkins) y su sobrino -y una empleada del hogar que resulta ser una gitana rumana con poderes- emprendan la búsqueda del perro. Ahí es . Esto mismo se puede contar en una sola frase: Un perro se pierde y su familia lo busca. Lo lógico, vamos. Digamos que esa búsqueda constituye en sí misma el núcleo central de la película, a pesar de que la intención del director apuntaba a llevar el filme por otros derroteros: la sensación de soledad cuando los hijos abandonan el hogar, la falta de vitalidad en un matrimonio que lleva décadas casado, esas cositas típicas que pasan a los papuchis cuando superan los 60. Aunque de todo esto que el director quería transmitir digamos que “mucho te quiero perrito, pero pan poquito”.
Todo es tan previsible que ni las risillas que en algún instante pueden nacer consiguen eliminar la sensación de sopor infernal que acecha al espectador. Un espectador desconcertado por enfrentarse -sí, porque hay que tener lo que hay que tener para ir a una sala de cine y pagar los 8 eurazos que cuesta la entrada (queridos, fui al pase de prensa, si ya habéis pagado por verla no me odiéis demasiado)- a una película de entretenimiento que no entretiene, que parece familiar pero si yo tuviera hijos -dios me libre muchos años- no les llevaría a las salas porque dicen algún taco que otro que no me gustaría que escucharan y porque es una lástima ver a unos actores de la talla de estos señores ver hacer bodrios de tal calado. Con lo que ellos han sido, con los grandes momentos que Diane Keaton nos ha regalado de la mano de Woody Allen, una Keaton joven que me fascinó en Manhattan y me enamoró en Annie Hall. Pero es que la pobre – incluso sería justo decir desgraciada, porque lo suyo es una desgracia como otra cualquiera – lleva haciendo una década el mismo papel, con matices, por supuesto. Pues al final va a tener razón Glenn Close y los mejores papeles de más de 50 años se los lleva siempre Meryl Streep.
Bueno, ¿qué? ¿nos animamos a ir al cine a ver esta o nos decantamos por alguna que otra película mejor de la cartelera? A mí, eso sí, luego no me vengáis con reproches.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Y tú, ¿Que opinas?

 
Design by Free WordPress Themes | Bloggerized by Lasantha - Premium Blogger Themes | Macys Printable Coupons