viernes, 28 de octubre de 2011

Cracy, Stupid, Love



Dicen que el amor es loco y estúpido. A veces tienen razón.

Cal Weaver (Steve Carell), es un hombre tradicional con una vida sencilla. Tiene trabajo, hijos y una mujer encantadora pero cuando se entera de que su mujer, Emily (Julianne Moore), le ha engañado y que quiere el divorcio, su vida “perfecta” se desmorona.
Será en una de sus noches libres cuando conozca a Jacob Palmer, (Ryan Gosling) que le ofrecerá una oportunidad única para cambiar su vida.
Esta cinta, dirigida por Glenn Ficarra y John Requa no aporta nada nuevo al mundo del séptimo arte. Provisto de un flojo guión cargado de tópicos sin límites, no consigue enganchar a un espectador ya aburrido de ver lo mismo una y otra vez. En ocasiones me parecía estar viendo un remake de Hitch: especialista en ligues solo que con un reparto mejorado. Y eso que, a medida que la película avanza, gana en calidad. Quizá le hubiera dado alguna estrella más de no ser por su precipitado y carente de sentido final, que deja una sensación al salir del cine de haber visto otra vez más de lo mismo.
Steve Carell, que nunca ha sido santo de mi devoción, (no me gustó nada ni en Como Dios ni en Virgen en los 40), muestra, en esta ocasión, una mejor actuación. Parece que se está refinando con el paso de los años y cada vez hace mejor un papel que, eso sí, repite una y otra vez en todas sus películas. Una lástima teniendo en cuenta que el personaje que más le caracteriza es el de “marido calzonazos en apuros”. Distinta es la actuación de Julianne Moore que, si bien está correcta, no debería haberse atrevido a coprotagonizar una película de tan poca categoría. Quizá pensó que sería comparable con Pequeña Miss Sunshine o con su reciente y magnífica Los chicos están bien, pero lo cierto es que esta vez se queda muy lejos de lo se esperaba de ella. Ryan Gosling no es destacable por el papel tan pobre y típico que interpreta, Marisa Tomei, completamente fuera de lugar, interpretando una locura que nunca llegas a creerte del todo y Kevin Bacon pasa de puntillas y de forma tan ligera, que casi ni se le ve. Merece mención especial, eso sí, una brillante y jovencísima Emma Stone y un Jonah Bobo en el mejor papel de su corta carrera.
Una película que pasa desapercibida, recomendable solo si no se espera nada de ella salvo las típicas escenas divertidas de siempre. 


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