Cambiando de nuevo el
formato de ésta sección, para cerrar esta primera tríada de colaboraciones, en
esta nueva ocasión voy a hacer una pequeña recapitulación y reflexión sobre
algunas noticias y acontecimientos relacionados con el mundo del cine que se han
ido produciendo a lo largo de este gélido, o no tanto, mes.
Para empezar, por fin he terminado de ver la 2º
temporada de The Walking Dead, de nuevo con ese
tramposo formato de 6 ó 7 capítulos por temporada. ¿Tan difícil es hacer una
temporada interesante con 22 o 24 capítulos? Es algo incomprensible para mí,
pues de los últimos títulos de los que he disfrutado creo que sólo The Good
Wife y Persons of Interest los tienen. Puedo entender que hagas
una miniserie “larga” o una serie “corta” a modo de Sherlock (BBC) con
3 capítulos de entre 100 y 110 minutos, pero eso de 6 o 7 capítulos de 40
minutos me parece el mínimo esfuerzo. Supongo que sus motivos tendrán.
Bueno vayamos al “tajo”, sensaciones tras el
último capítulo: han conseguido salvar una temporada muy flojita, que no cuenta
prácticamente nada, con un último capítulo magnífico. La división en el grupo
cada vez es más tangible e insostenible, y es evidente que Shane y la chica
rubia de cuyo nombre no puedo acordarme representan cada vez más el mundo que
les tocará a todos vivir. Esto es de hecho el gran quid de la serie. Como dije
en mi primera entrada de las colaboraciones con Ponte Cine, el creador de los
cómics no estaba interesado ni mucho menos en aclarar o explicar los motivos y
consecuencias del Holocausto zombie, sino en narrar la convivencia de un pequeño
grupo en ese contexto post-apocalíptico. Por tanto, siendo esto así, me parece
de un cinismo fuera límites criticar la 2º temporada por una circunstancia clave
para justificar lo mucho que se alabó la 1º.
A pesar de esto, el ritmo es muy lento, cada vez
cuenta menos cosas y resuelve pocos enigmas, lo que hace que sea pesado su
visionado. Como digo, lo más interesante ocurre en el 1º y el último capítulo,
el resto sobran. Ya dije que habría que ver como se desarrollaba la tensión y el
ritmo en su 2º temporada, y el resultado no puede ser más que un aprobado muy
justito para AMC.
Y en realidad es mucho peor que un suspenso,
porque han bajado una serie de calidad notable a una más del montón. Lo que era
algo distinto y especial en ese universo de zombilandia se ha convertido en un
producto vulgar.
Seguimos con otros menesteres, se anuncia el
próximo estreno de Misión Imposible IV, nueva entrega
de la franquicia apadrinada, y protagonizada, por Tom Cruise, que de nuevo toma
las riendas dentro y fuera del plató. En este caso ha decidido entregar la
dirección a un conocido de las producciones animadas, Brad Bird, que ya se
encargara de Los Increíbles y Ratatouille, por lo que veremos
cómo le va con las cintas de acción. Sobra decir que cuando estas líneas vean la
luz ya se habrá estrenado en nuestro país, el motivo por el que quería hablar de
ella es por el tipo de franquicia que ha supuesto en la pantalla grande: primero
demostró allá por el año 1996 que se podían hacer buenos blockbusters,
de calidad y muy entretenidos. Segundo, que se podían adaptar decentemente
series de éxito de los años 70, como era Misión Imposible por aquél
entonces y, por último, configuró un tipo de saga en la que el único elemento
que se repite es el agente Ethan Hunt, lo que implica otra cosa….que no puede
rodarse una película de este tipo sin la presencia de Tom Cruise delante de las
cámaras. Sobra decir que el poder de decisión que tiene Tom a este respecto es
de proporciones bíblicas, además de ser el principal productor.
Cambiando de tercio, el pasado fin de semana pude
acercarme a los cines Renoir y disfrutar con la genial
Carnage, estrenada en España como Un Dios
salvaje, la nueva y gran película de Roman Polanski. Adaptación de una obra
de teatro, canta muchísimo en varias escenas y en la estructura de la cinta,
encontramos encerrados en las mismas 4 paredes a dos matrimonios, padres de dos
niños que se han peleado en la escuela, por lo que deciden intentar arreglar el
asunto pacíficamente. Sobra decir que según pasan las horas los más bajos
instintos del ser humano irán aflorando a la superficie en estos tipos para
dejar de lado las buenas maneras y las falsas sonrisas y dar paso a un
desenfreno lleno de alcohol y sarcasmo de gran calidad.
La película es una obra maestra o le falta poco
para serlo, y el equilibrio que Roman le da estos monstruos de la interpretación
es envidiable: Kate Winslate, Jodie Foster, Christoph Waltz y John C. Reilly. Es
una hora y media de auténtico buen cine, del que no se ve todos los días, más
bien al contrario, brilla por su ausencia.
Por último, no puedo resistirme a comentaros las
ganas que tengo de poder sentarme en una butaca y disfrutar con The
Artist, esa pequeña joya francesa que viene en blanco y negro y
sin sonido. Una muy querida amiga “belga” me ha conminado a verla ocurra lo que
ocurra, y la verdad que del tráiler que pude ver tiene pinta de ser LA película
del año. Una vuelta a los orígenes, a donde todo empezó, con un homenaje al GRAN
cine de Hollywood, desde Cantando bajo la lluvia a El Crepúsculo de
los dioses, pasando por Vértigo.
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