Hay un amigo en
mí. Ahora más que nunca, que los juguetes se ponen flamencos.
Hace ya un par de meses que vi la película y tengo un buen recuerdo de ella.
Sin duda, se merece las cinco nominaciones a las que opta, de pronto, la de
mejor película de animación la tiene asegurada.
Es muy difícil hacer secuelas que funcionen, que gusten a la crítica y tengan
éxito entre el público. Cuando eso sucede es maravilloso. Cuando se consigue
hacer lo mismo en la tercera parte ya es un milagro. En toy Story 3 se consigue
todo esto. Un gran éxito de crítica, un público que la respalda y una buena
historia que enlaza con las dos primeras, (la primera se estrenó en 1995, hace
ya 15 años) y que pone un punto y final a la historia de los juguetes y su dueño
Andy, (que ya es universitario).
Me gustó la película, es muy buena, de verdad. El guión está muy elaborado y
cierra una historia de una manera muy elegante y resaltando un valor que siempre
ha propiciado la película: LA AMISTAD, en mayúsculas, la de los juguetes entre
sí y la de todos con el niño que juega con ellos. Es tanta la emoción que no
puedes evitar soltar alguna lagrimilla en los últimos momentos de la cinta,
(para mí los mejores) y, aunque hay espacio para las risas, (genial el momento
del Señor Patata cambiando de cara y Buzz el flamenco), sales del cine con la
satisfacción de ver una película completa y llena de un mensaje tan claro y
omnipresente como es el valor de la amistad, con todos sus defectos, con todas
sus luces y sombras. Una gran película, Disney estará orgulloso. Yo también.
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