Pensaba iniciar éste artículo hablando sobre la
BBC y las series que ha producido en los últimos años, presentándose no sólo
como una opción frente a la HBO, sino como la pionera que siempre ha sido para
desarrollar telefilmes y series de grandísima calidad. Desde Yo,
Claudio hasta las más recientes Presunto Culpable, Luther
, Sherlock o la trilogía Red Riding, no han dejado de sacarnos
lo colores ante lo que una cadena pública de televisión es capaz de llevar a
cabo cuando se dispone a hacer las cosas bien.
Pero anoche me asaltó una reflexión sobre el
mundo de las series cuando pude terminar el treceavo y último capítulo de la
serie yankee The Chicago Code, buscar información sobre la serie y
descubrir que ésta había sido cancelada por Fox, de modo que se quedará en una
única temporada. Siempre estamos hablando de las miles de series que salen a la
palestra y son canceladas, por diversos motivos, el principal sin duda los
niveles de share, de audiencia, pero también por sus pésimas calidades. Otra
circunstancia sería la poca paciencia que hay entre las cadenas privadas, como
locas siempre por encontrar un A dos metros bajo tierra, Los Soprano, The
Wire o Perdidos de turno. Me recuerda a la realidad que vive desde
hace 20 años un muy seguido equipo de fútbol madrileño que se ha convertido en
una picadora de carne de entrenador y jugadores, incapaz de tener un mínimo de
paciencia. De asumir los errores y los fallos en pos de un futuro mejor. La
política de hacer las cosas mal, tarde y rápido. Este club es el Chicago Code
de las series de televisión.
Ésta serie de la que hablo viene a ser un
thriller policíaco desarrollado en la ciudad de Chicago con dos personajes
realmente interesantes, que yo pondría en ese Olimpo de Stringer Bells, Tony
Soprano, Christopher Moltisante, Jimmy McNulty, Don Draper, etc sin dudar ni un
segundo. Nos encontramos con una lucha a muerte con la corrupción de Chicago y
la mafia irlandesa que actúa impunemente amparada por el concejal Gibbons
(grandísimo Delroy Lindo). Los encargados de pararle los pies son la muy
flashdance Jenifer Beals y el genial detective Wysocki (Jason Clark) al que
también podremos encontrar en otra de policías convertida en el nombre propio de
los últimos años, Brotherhood.
Pues bien: buenas tramas, muy buenas
interpretaciones, un final interesante, la posibilidad de continuar
desarrollando los personajes con más temporadas, etc, pero la FOX decide
cancelarla inexplicablemente en 2011.
Absolutamente indignado, no he podido evitar
recordar otro nombre que me dejó chafado al enterarme de su cancelación, la
serie de espionaje Rubicón. Otro caso muy similar, una serie con una
trama muy interesante, bastante adictiva, con unas buenas interpretaciones y un
desarrollo futuro envidiable, es cancelada sin previo aviso ni muchos argumentos
razonables. Nos encontramos con una agencia norteamericana que sirve de apoyo a
la CIA, FBI, NSA, Pentágono, Defensa, Secretaría de Estado, etc. Vamos, vienen a
ser los que cortan el bacalao en el mundo del contraespionaje y el manejo de
información en los EEUU. En ese contexto conoceremos a un grupo de excéntricos
analistas que se encargan de interpretar e investigar la información referente a
posibles objetivos de terrorismo. Entre estos peculiares funcionarios habrá uno
que destacará sobre el resto al descubrir una conspiración entre los crucigramas
de un periódico, por la cual un grupo de hombres poderosos manejan a su antojo
atentados, terroristas y las Bolsas que determinan el precio del petróleo.
Este comienzo bastante prometedor se queda en
nada cuando llegamos al doceavo y último capítulo para conocer,
sorprendentemente, la cancelación de la serie por AMC, creadora de Mad Men,
Breaking Bad o The Walking Dead.
Podríamos seguir citando ejemplos como Los
hermanos Donnelly o Studio 60, pero por el bien de mi úlcera creo
que estos dos ejemplos son lo suficientemente representativos de la cantidad
ingente de títulos que se van por el desagüe a pesar de su grandísima calidad.
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