Blancanieves de Rupert Sanders

Los decorados tanto interiores como exteriores hacen que parezca que estas en un mundo mágico pero, olvidaros del tradicional cuento dulce y mágico de Blancanieves, estamos ante un relato mucho más duro, realista y crudo que la antigua versión de Walt Disney. Hay animales si, y en cuanto ven a la princesa cerca todos se acercan como si fuera la reencarnación del bien, eso es lo único que este film ha heredado de la dulcificada versión de Disney. Si evitamos este pequeño detalle, no hay manera de reconocer a ningún personaje de la historia.
Los siete enanitos se parecen más a los ladrones que acompañan Robin Hood que a los dulces, regordetes y malhumorados enanitos que cantaban cuando volvían de la mina y el príncipe encantado se parece más al líder de la banda de bandidos que asolaba el bosque se Sherwood que al bobalicón cuya única misión era besar a la dormida Blancanieves. El cazador se parece más al alcoholizado sheriff de Valor de Ley que al breve personaje que salva la vida de Blancanieves abandonándola en el bosque.
La princesa se parece mucho más a Juana de Arco que a la tonta e inocente princesa de cuento que nos presento Disney, uno de los mejores progresos que podemos ver en esta versión. La niña sabe muy bien cómo defenderse. De la madrastra, hay poco que decir. En la versión de Disney era malvada y en esta película también, muchísimo más guapa pero malvada de la misma forma.
No es la historia que me esperaba, me decepcionó profundamente, pero tampoco es tan mala como la pintan. Está más que entretenida.
Lo mejor: El vestuario, los decorados y la vuelta de tuerca que le han dado a la historia, convirtiendo a Blancanieves en toda una líder al mando de un ejército.
Lo peor: Las interpretaciones. Chris Hemsworth está algo soso, Charlize Theron sobreactúa de manera desmesurada y a Kristen Stewart el papel le queda gigante. Ya está confirmada la segunda parte, espero que no nos cuenten la historia Blancanieves y sus siete retoños.

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