Después de unos cuantos días debatiéndome entre
estertores de dolor por razones varias, entre lumbares y cólicos nefríticos, me
dispongo a escribir la nueva colaboración con PonteCine, pero el tema no anda
del todo claro. Por un lado me apetecía charlar un poco sobre las novedades que
nos deparará la cartelera de este 2012, con ese Batman crepuscular de Nolan (la
última del dúo Nolan-Bale), también la llegada del próximo Superman, sin olvidar
por supuesto los regresos de Daniel Craig como 007 o de Ridley Scott a la
ciencia ficción en la que se ha venido vendiendo a modo de marketing como una
precuela de Alien (algo que su director no ha tardado en desmentir, o por lo
menos suavizar un tanto…).
Pero creo que ha llegado la hora de dedicarle
unas palabras a la nueva mini-serie dela BBCque nos ha vuelto locos a todos con
tan sólo 3 capítulos de 60 minutos. Es, claro, de Black Mirror de lo que estamos
hablando, una apuesta bastante atrevida de la cadena que no olvida la calidad
técnica aparejada a la originalidad e innovación (lo que ha venido siendo la
seña de identidad de los productos BBC por excelencia). Quizás lo primero que
debería recomendar a los interesados en ver la serie sea que intenten no
contaminarse por todos los medios, amigos, compañeros que ya hayan visto la
serie, de modo que se sienten ante le televisión sin saber absolutamente nada de
las tramas sobre los 3 capítulos, porque en ese caso el impacto será monumental.
Lo que sí puedo prometer y prometo, es que no pienso desvelar ningún spoiler ni
argumento de ninguna de las 3 historias.
La cadena inglesa vuelve a demostrar que no se
relaja ni un ápice en esta carrera que le ha planteado en los últimos años la
HBO para quitarle el trono de la marca líder de las grandes series a nivel
mundial, competición a la que se suman tambiénla ACM y en menor medidala FOX.
Yes que la televisión británica sigue demostrando estar a la última y nos
plantea una idea entretenida e inquietante a partes iguales. Es difícil valorar
lo que suponen los tres capítulos, la originalidad de sus planteamientos, sin
destripar ningún detalle de la trama, algo que es esencial para el que no haya
visto nada ni sepa de qué trata el tema.
Básicamente, en un mundo muy similar al nuestro y
a través de tres capítulos independientes, sin ninguna vinculación entre sí, se
nos plantea cómo el desarrollo de ciertas tecnologías, muy relacionadas con la
privacidad y las perspectivas más cercanas a la dignidad e intimidad de las
personas, pueden afectar a nuestras vidas de manera decisiva. La reflexión, que
nada tiene que envidiar a grandes del asunto como Asimov o K. Dick, viene a
plantear el dilema sobre hasta qué punto estamos dispuestos a permitir que
determinados avances, tecnologías, que no necesariamente deben suplir
necesidades esenciales de la sociedad, sino que bien puede referirse a aspectos
de puro entretenimiento, como las redes sociales, por ejemplo, entren en
nuestras vidas con el riesgo cada vez mayor de una auto-imposición y
sometimiento alienante que llegue a implicar unos costes personales aún mayores,
incluso perder la vida. Algunos pensarán que los tiros van por la ciencia
ficción, especialmente por los autores nombrados anteriormente, paradójicamente
nada más alejado de la realidad.
Las historias son sencillas, veraces, en unas
sociedades para nada futuristas, más avanzadas en determinados aspectos, cierto,
pero absolutamente cercanas a nosotros, lo que ayuda todavía más a que nos
sumerjamos por completo en ese draconiano escenario que los chicos de BBC han
preparado para nosotros.
Sin miedo a exagerar en ningún momento, Black
Mirror es lo mejor que he visto en televisión desde hace muchísimo tiempo, años
incluso. No sentía lo mismo desde que hace años me encontrara con series como
Los Soprano, El ala oeste dela Casa Blanca, Roma o Deadwood, porque todas ellas
coinciden en un factor, una circunstancia transgresora que les hizo presentar
una idea completamente distinta a todo lo que se había hecho antes, y marcar las
pautas y cientos de copias que saldrían posteriormente intentando repetir el
mismo éxito sin siquiera acercarse a ello.
Los Black Mirrors son esas pantallas negras de
los ordenadores, de los teléfonos, la televisión, todos esos monitores oscuros
que alienan nuestras vidas desde lo profesional o lo personal. Black Mirror es
una crítica a los derroteros que política, económica y socialmente está
dirigiéndose nuestra sociedad en un tren de alta velocidad, y a la vez es un
aviso, una enorme señal de stop de color rojo chillón que nos pide a gritos
recapacitar.
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